31/8/10

Génesis

   Al principio, Dios creó en las tinieblas el cielo, la tierra y, un poco más tarde, la luz.
   Dio peces a las aguas, aves al cielo, hierbas, frutos, fieras, bestias y reptiles a lo seco.
   Luego, del polvo, hizo al hombre. Lo pensó dominador de toda su obra, y para eso lo educó.
   Dispuso que el hombre labrara y cuidara el jardín de Edén y le otorgó la libertad de alimentarse con lo que quisiera, menos con un fruto: el del árbol del conocimiento del bien y del mal.
   Un día, observó Dios la soledad del hombre, así que creó a la mujer para que lo acompañara. Vivieron hombre y mujer en estado de inocencia hasta que probaron el fruto prohibido.
   Cuando Dios se enteró de esta desobediencia, expulsó al hombre y a la mujer del jardín de Edén, les hizo conocer la vergüenza, la culpa, la esperanza y la memoria, maldijo la tierra y en un arrebato de crueldad, de crueldad divina, decidió castigar también a todos sus descendientes, desde allí hasta que se le diera por acabar el mundo: entonces,  inventó a los abogados.

17/8/10

Recuerdos de lecturas: Martelli; El Cabeza

  Estas no son reseñas de libros, sino recuerdos de lecturas. Han sido escritos en mesas de bares, sin un soporte electrónico enfrente ni una biblioteca cercana. Cualquier corrección, comentario o sugerencia serán bien considerados.

   Hace unos días me contaron que Juan Carlos Martelli, antes de morir, dejó por escrito un pedido: que sus restos fueran hechos cenizas y que esas cenizas, antes de ser guardadas, fueran rociadas con whisky.
   No sé mucho sobre la vida de Martelli como para afirmar que esa ceremonia haya sido la más acertada para despedirlo, pero sí, sin dudas, que era la que en la ficción se hubiera merecido el protagonista de su novela “El Cabeza”.
   Veinticinco años le ha llevado a El Cabeza convertirse en un mito: trafica libremente desde alpiste hasta heroína por la mitad de las rutas del país, ha logrado ser temido por sus adversarios y para sus aliados su palabra vale más que la de Dios. Pero Martelli no le da importancia a esta historia, sino que la usa para mostrarnos la confusión de su personaje ante el cambio de paradigma en la forma de delinquir.
   El Cabeza es traicionado por alguien a quien aprecia y respeta (lo que lo obliga a declarar una guerra para la que se siente cansado), no logra controlar la avaricia de sus segundos ante los excelentes beneficios de la venta de armas a las nuevas guerrillas latinoamericanas y lo incomoda la penetración extranjera en sus dominios. Para colmo de males, se enamora, y ese amor lo hace soñar con el retiro. Y, como todos sabemos, a los jefes no se les permite retirarse. Apenas se les nota este anhelo se les desprecia; a veces, hasta se les mata.
   Violenta y poética, la prosa de Martelli lo trata así:
   "Vendrá, pero el que lo espera será un tipo solitario, tirando a viejo y gordo; contento de estar en estado; más sólo que un perro, obligado a traicionar para sobrevivir. Se estila. Es el estilo de los jefes. No merece esta noche perfecta, la adrenalina, el miedo, el odio, el estado de acecho; no merece este lujo de animal salvaje; estas garras que le crecen; la alegría. Es un burócrata que pide momentos de gracia". 

10/8/10

Librería Bau (del aire); historia II

BREVE CATÁLOGO ILUSTRADO DE LIBROS PERDIDOS
-HISTORIAS CONTADAS POR EL BIBLIÓFILO HANS STAUFFENBERG EN SUS VISITAS A LA LIBRERÍA BAU (DEL AIRE) EN LOS PRIMEROS AÑOS DEL SIGLO XXI-


   Debo confesar que la presencia del señor Stauffenberg en mi librería me provoca una repulsión que nunca antes había sentido por otro ser vivo.
   En realidad, aun hoy, tras ocho meses de verlo asomarse entre los libros de la vidriera al menos dos veces por mes, no puedo reprimir un gesto de desprecio ante sus ojos de reptil con cataratas, ante las serpientes labradas en su bastón, ante la lujuria con que, al entrar, su cuerpo envolverá los viejos ejemplares en busca de esas señas que los hacen únicos.
   Hay noches en que lo sueño en su biblioteca, sudando azufre y riéndose de mi ignorancia, acariciando un volumen codiciado por todos los bibliófilos del mundo y adquirido aquí, en mi librería, a precio de oferta. Pero lo soporto. Apenas me dedica su entrecortado “Buenas tardes” escondo la verdad detrás de una máscara de fría cortesía y, a veces, hasta le sonrío.
   Porque cuando el señor Staunfferberg llega con ganas de hablar, deja en mi recuerdo historias como esta:




   Entre los últimos meses de 1909 y los primeros de 1910, presumiblemente en alguna ciudad europea, el psicólogo suizo Carl Jung se entrevistó con el ilustre Alexis Kandantzakis, el rastreador de libros más eficaz de la historia.
   Kandantzakis contaba con un equipo de expertos en arte e impresión que le marcaban posibles senderos, y él, el cazador solitario, sin preocuparse por los kilómetros a recorrer, ni por los peligros que lo esperaban, ni por las reglas de la decencia, finalmente atrapaba a sus presas. Luego, con la más absoluta de las falsas modestias, el griego las entregaba personalmente a sus clientes en una caja de hierro magnetizada.
   Carl Jung, en aquel encuentro misterioso, le encargó a Kandantzakis “De Umbris Idearum” y “Cantus Circaeus”, ambos del gran Giordano Bruno, pero no de cualquier edición, sino de la de 1582, y no cualquier ejemplar de la edición de 1582, sino los dos con anotaciones manuscritas del autor y dedicados a Enrique III, rey de Francia.
   Intuyendo que usted es incapaz de encontrar la conexión entre Jung y Bruno, le diré que en estos libros se revelaban las técnicas de memorización utilizadas por los monjes de la orden de Santo Domingo. Jung soñaba, si se me permite en el suizo un verbo tan freudiano, con esas anotaciones extras.
   Se desconoce si Kandantzakis halló esos ejemplares. Se sabe que en abril de 1912 Jung estuvo dando una serie de conferencias en la ciudad de New York. También se sabe que, lamentablemente, Alexis Kandantzakis, en la misma época, fue el pasajero del camarote 33, cubierta A, del buque vapor de la compañía Estrella Blanca, RMS Titanic, en su viaje inaugural entre Southampton y New York, precisamente.

4/8/10

Guión: El rito

Basado en el cuento "El rito", de relatosagonicos.blogspot.com





ESPECIFICACIONES:

LOCACIONES: BAR, SÓTANO Y BAÑO

El BAR es un lugar cubierto por el polvo, la humedad y las telarañas, pero debido a la tenue luminosidad del sol que se cuela a través del ventanal sucio parece confortable.
El SÓTANO es lúgubre debido a la inestable luz de las velas.
El BAÑO es un recoveco en un rincón del SÓTANO.
Las casas, que apenas se distinguen desde el ventanal del BAR, están por derrumbarse.


   
PERSONAJES: EL HOMBRE Y LA MUJER
EL HOMBRE es un individuo mayor, “casi gordo”, al que el traje le queda chico. El pelo (que apenas le cubre el cuero cabelludo) se le nota teñido, y el bigote, fino y filoso, está recortado con maestría.
LA MUJER es joven, flaca, de rasgos angulosos y extremadamente pálida. Lleva puesto un vestido blanco. Sus movimientos son lentos y al caminar parece flotar en el aire.


GUIÓN:

 
1
(INTERIOR. DÍA. SÓTANO)

EL HOMBRE duerme en su cama, envuelto en una frazada ruinosa. Junto a él, sobre una mesa de luz desvencijada, hay tres libros polvorientos y una dentadura postiza dentro de un vaso con agua.
Adheridos a salientes de la pared, hay cabos de velas (algunos encendidos y otros ya consumidos) que marcan el camino al BAÑO y al pasillo que termina en la escalera que lleva al BAR.

2
(INTERIOR. DÍA. SÓTANO)

De repente, sin mediar ningún movimiento corporal entre el sueño y la vigilia, EL HOMBRE abre los ojos. Durante algunos segundos observa las manchas de humedad que cubren el techo. Luego, tomándose la cintura, se levanta con dificultad. Saca la dentadura del vaso y se la coloca en la boca. De un ropero de madera infectado de moho descuelga un traje negro, una camisa blanca y una corbata roja. De abajo de la cama saca una caja de zapatos, donde hay un par de mocasines negros que adentro tienen un par de medias rojas.

3
(INTERIOR. DÍA. BAÑO)

Ya vestido, EL HOMBRE levanta un fuentón de plástico lleno del agua que gotea desde un caño oxidado y lo apoya encima de una mesa de mimbre en la que hay medio rollo de papel higiénico, un jabón blanco, un pomo de tintura color castaño oscuro, una toalla de hotel, un peine de bolsillo, una máquina de afeitar descartable y una tijera de las que regalaba la revista Anteojito.

4
(INTERIOR. DÍA. BAÑO)

EL HOMBRE se moja el pelo y se asea la cara. Frente a un trozo de espejo se peina con prolijidad y esmero. En el espejo hay pegado un papel con la leyenda: RECORDATORIO: LA CALMA Y LA PACIENCIA SON MIS ÚNICAS ARMAS. Cuando comienza a recortarse el bigote, EL HOMBRE ve el reflejo fugaz de una sombra que lo sobresalta. Presuroso, huye hacia el BAR.

5
(INTERIOR. DÍA. BAR)

EL HOMBRE va directamente hacia el mostrador y de un cajón saca una caja de madera con piezas de ajedrez y un tablero de cartón destrozado. De un estante toma una botella de ginebra tapada con un vaso de vidrio y luego se sienta en una de las mesas más alejadas del ventanal.

6
(INTERIOR. DÍA. BAR)

EL HOMBRE llena el vaso con ginebra y lo vacía de un trago. Con escrupulosa profesionalidad, acomoda las piezas. Luego vuelve a servirse ginebra y, con frenesí, comienza a jugar contra si mismo. El segundo vaso de ginebra lo bebe a pequeños sorbos, cuando debe pensar alguna jugada.

7
(INTERIOR. DÍA. BAR)

Silenciosamente, LA MUJER entra al BAR y se sienta en una de las mesas cercanas al ventanal. En una ceremonia de ademanes lentos y movimientos exagerados, abre la cartera, de la que saca una revista de crucigramas y una lapicera. Hojea la revista, aplana la página del crucigrama elegido, destapa la lapicera y, con gestos ampulosos, se dedica a completar los casilleros vacíos.

8
(INTERIOR. DÍA. BAR)

Escondiendo la mirada, EL HOMBRE la observa con desconfianza.

9
(INTERIOR. DÍA. BAR)

LA MUJER se levanta y camina hasta quedar frente a EL HOMBRE con la revista de crucigramas y la lapicera en sus manos. EL HOMBRE finge no estar enterado de su presencia.
LA MUJER= -Buenos días. Discúlpeme que lo moleste, pero a lo mejor usted me puede ayudar.
EL HOMBRE la ignora. LA MUJER toma su falta de interés como una respuesta afirmativa y lee la consigna:
LA MUJER= -Dícese del estado o circunstancia de estar solo. Siete letras. Comienza con “SO”.
EL HOMBRE= (Sin levantar la vista de las piezas) -Estúpida.
LA MUJER= (Sonriendo confundida) -No, no me entendió. Dícese del estado o circunstancia de estar solo. Siete...
EL HOMBRE= (Interrumpiéndola, mirándola a los ojos) -Estúpida. Todas las mujeres que se pasan el día haciendo crucigramas son estúpidas.

10
(INTERIOR. DÍA. BAR)

Después de decir esto, EL HOMBRE empalidece y niega con la cabeza. Luego se incorpora y levanta un brazo.
EL HOMBRE= (Con el puño derecho cerrado, como si sostuviera un cuchillo, golpea en el aire siete veces) -Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete.

11
(INTERIOR. DÍA. BAR)

LA MUJER observa a EL HOMBRE con enigmático aire triunfal. EL HOMBRE se sienta agitado, se cubre el rostro con las manos y, respirando hondo, recobra paulatinamente la compostura.
LA MUJER= (Manteniendo su aire triunfal y hablando con ironía) -¿Se encuentra bien? Por un momento me asustó. Se puso blanco, como si se hubiera descompuesto; o peor: como si el número siete, o quizá las siete letras, le hubieran hecho ver un fantasma.
EL HOMBRE= (Contenido, hablando también con ironía) -No se preocupe; mi salud es buena, el siete es mi número de la suerte y ya me acostumbré a las visitas de los fantasmas. (Hay una pausa donde AMBOS, serios y en silencio, se miran a los ojos, midiendo sus fuerzas en un intenso contrapunto). Ya tendrían que haber aprendido que hace demasiado tiempo que estoy solo y que no me van a poder engañar así nomás.

12
(INTERIOR. DÍA. BAR)

LA MUJER baja la vista, toma la Dama Blanca y con un movimiento lento la lleva hasta una casilla, a siete de distancia de la que estaba, desde la cual le da Jaque Mate al Rey Negro.
LA MUJER= (Mientras mueve la Dama Blanca) -Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete.

13
(INTERIOR. DÍA. BAR)

LA MUJER vuelve a su mesa. Guarda la revista y la lapicera en la cartera.

14
(INTERIOR. DÍA. BAR)

EL HOMBRE= (Observando el tablero) -Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete.

15
(INTERIOR. DÍA. BAR)

LA MUJER se dirige hacia la puerta. La abre.
LA MUJER= (Antes de abandonar el bar, mirando a EL HOMBRE) -Todo envejece y muere, menos las culpas.

16
(INTERIOR. DÍA. BAR)

En el torso de LA MUJER, siete manchas de sangre crecen sobre el vestido blanco.

17
(INTERIOR. DÍA. BAR)

EL HOMBRE fija la vista durante treinta segundos en el tablero. Murmura:
EL HOMBRE= -La calma y la paciencia son mis únicas armas. La calma y la paciencia son mis únicas armas.
Luego, gira la cabeza enfurecido. Sólo ve la puerta abierta y las casas de enfrente en ruinas. Observa otra vez el tablero.
EL HOMBRE= -Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete.

18
(INTERIOR. DÍA. BAR)

EL HOMBRE toma la Dama Blanca y repite el movimiento del Jaque Mate. Mientras niega con la cabeza bebe de un trago la ginebra que queda en su vaso. Pensativo, vuelve a acomodar las piezas en la posición de inicio.

19
(INTERIOR. DÍA. BAR)

De repente, EL HOMBRE lanza un alarido y arroja el tablero hacia arriba; de inmediato, toma el vaso vacío y lo aplasta con la palma de la mano contra la pared.
EL HOMBRE= (Soportando el dolor, y mientras la sangre resbala por la pared y caen las fichas) -¡Con jaques al Rey, con jaques al Rey!


FIN
imagen : cronicasmundosocultos.blogspot.com

1/8/10

Relatos ag�nicos

www.leohuebe.blogspot.com

El año que no trabajé para Los Redondos



    Hubo una época en la que creí estar trabajando para Los Redondos. Fue aquel un período extraño y excitante. Fue aquella una ilusión falsa.
    98 es el año en que comenzó esta historia; quizá 99. Yo había regresado hacía poco tiempo a Mar del Plata, después de pasar un año en Capital corrigiendo con Diego Viniarzky una serie de cuentos que en 2001 integrarían mi primer libro: Relatos agónicos.


   
   Apenas me instalé nuevamente en la ciudad conseguí un puesto como vendedor en una librería de la Peatonal. Fue allí donde me encontré con P., periodista marplatense y jefe de prensa de artistas porteños en las temporadas veraniegas, al que conocía de cruces ocasionales que habían formado entre nosotros no una amistad, pero sí una simpatía de esas que nos hacía disfrutar de vez en cuando de un café para hablar un poco de música, un poco de libros y mucho de fútbol.
    Luego del abrazo, quedamos en vernos al día siguiente en un bar.
    El día siguiente y el bar llegaron. No oculté mi entusiasmo por lo que me había dejado la disección de los cuentos junto a Viniarzky (de hecho, le entregué una copia para que los leyera y cuando quisiera me diese su opinión), P. habló de lo contento que estaba por cómo le estaba saliendo un programa en la radio. Fue en el momento previo a la despedida, que él, vacilando, ya que supuestamente debía guardar el secreto, me reveló que desde hacía unos meses estaba haciendo prensa para Los Redondos. Lo miré, creo que con la boca muy abierta, porque enseguida, como si se hubiera arrepentido de la exageración, me aclaró que no hacía toda la prensa, que su única función era la de atender a aquellos medios con los que Poly no quería lidiar. Me alegré por él, por estar cerca de gente a la que admiraba. Los dos sentíamos la misma pasión por la música de la banda y éramos hechizados lectores de la esotérica poesía del Indio. Obviamente, lo agoté con mis preguntas. De sus respuestas resumo lo siguiente: uno de los plomos de Los Redondos le había dado su número de teléfono a Poly cuando a ésta se le había ocurrido colocar una barrera con los periodistas. Hablaron de cuál era el trabajo y P. aceptó.
    Seguía residiendo en Mar del Plata pero iba seguido a Buenos Aires.
    Recuerdo que dijo que lo estimaban.
    Recuerdo que dijo que en un viaje a La Plata el Indio había cantado a capella Todo un palo.
    A la semana siguiente pasó por la librería y me dijo que tenía algo importante que ofrecerme.
    Nos encontramos esa misma noche.
    Primero me dijo que había estado unos días en Buenos Aires y que allí el Indio le contó que tenían pensado dejar de tocar en vivo o hacerlo una vez cada tres o cuatro años. Después, que habían pensado en producir una serie de videos para que su ausencia de los escenarios fuera menos traumática para la gente. Por último, que la banda había acordado que los guiones fueran escritos por un novato, que él le alcanzó al Indio copias de mis cuentos y le propuso mi nombre. Dijo, despacio, que al Indio le habían gustado los cuentos, que había hablado con Poly y Skay y que le habían dado el visto bueno para hacerme una propuesta. En algún momento de la noche sucedió algo que, desde aquí, desde el lugar que elegí para contarles esta historia, todavía me resulta extraño, confuso: el teléfono de P. sonó, atendió preguntando ¿Cómo andás, Indio?, hizo una pausa, agregó En este momento estoy con él y antes de despedirse repitió Juguetes perdidos y Rock para el negro Atila.
    Hoy podría decir que ese podría haber sido un montaje planeado para convencerme de que lo que decía era verdad (no le hubiera sido difícil programar el celular para que sonara a una hora determinada y luego fingir hablar con el Indio), salvo por dos detalles: el primero es que en ningún momento dudé de sus dichos, en ningún momento dije o hice algo que a él lo llevaran a pensar que yo no le creía. Por lo tanto, no necesitaba convencerme de nada. El segundo detalle es que en los silencios de P. se escuchaba en el auricular el rumor de una voz potente, casi malhumorada, autoritaria, diría.
    En poco más de dos meses había terminado el guión de Juguetes perdidos y tenía las escaletas de Rock para el negro Atila. Durante ese período P. me había traído decenas de discos en vivo o con temas inéditos. En una reunión me dijo que el Indio quería leer lo escrito, así que fuimos hasta un locutorio y le mandamos un fax. Al promediar las páginas enviadas sonó el teléfono de P. y esa voz reconocible comenzó a gritar su entusiasmo.
   Esa semana P. viajó a Buenos Aires. Cuando volvió me propuso lo de la película. Dijo que Ellos, así los llamaba cuando hablábamos de trabajo, querían saber si era factible hilvanar diferentes historias que le dieran una continuidad argumental a diez o doce canciones. Le pregunté qué tiempo había: un año y medio me contestó. También le pregunté si existía la posibilidad de hablar algunas cosas con el grupo sobre este proyecto.
   Sin dudar, me contestó que con todos no, pero sí con el Indio. Me dijo que su esposa estaba embarazada y que más o menos en un mes la pareja pasaría un tiempo en las Sierras de los Padres. Último descanso antes del parto, agregó. O sea: no hubo excusas para evitar el encuentro, no hubo vacilaciones, no hubo nada, repito, que me hiciera pensar en una mentira.
    Comencé a investigar en viejas lecturas: Frazer, Eliade por el lado antropológico; Valery, Pessoa por el literario.
    Escuché las canciones buscando puentes que las unieran. Aparecieron algunos detalles y personajes. La máscara del Rey Momo aplastando papeles y observándome. Y mientras me reunía con P. (él me insistía queriendo saber cuánto iba a cobrar por mi trabajo y yo le contestaba siempre lo mismo: lo que ellos quisieran) esperaba la otra reunión, la que no se realizaría jamás.
    La mañana del día en que debíamos viajar a las Sierras de los Padres, P. me informó por teléfono que en el avión la esposa del Indio se había descompuesto y habían decidido volver a Buenos Aires. Luego, desapareció de la ciudad para siempre. Quise convencerme de que mi negativa a discutir de dinero los había molestado. Traté de no volver a pensar en lo que les estoy contando. Hubo canciones que no escuché nunca más. Empecé a desconfiar de cualquiera que me viniera a proponer un proyecto. Paradójicamente, mi defensa era preguntar cuánto dinero iba a ganar y cómo lo iba a cobrar. Quien tuviera las dos respuestas volvía a verme.
    Mi vida siguió. 

   Publiqué en 2001 Relatos agónicos.

   Seguí escribiendo y trabajando. 
   Se separaron los Redondos. 
   Un día, Daniel Pérez, productor marplatense, me avisó que Skay iba a realizar su primer show solista en el Roxy. Él, que conocía esta historia, me consiguió diez minutos con Poly. 
   Le narré lo que acaban de leer. 
   Ella se lamentó, me afirmó que nunca habían trabajado con P. y me repitió que le daba pena tanto esfuerzo inútil.  
   Antes de despedirme le dejé una copia de lo que había escrito. No le pedí que me prometiera leerlo.
   En 2006, yo estaba trabajando en el stand de Alejandría en la Feria del Libro de Mar del Plata cuando Skay y Poly se acercaron a mí y me preguntaron si tenía libros de Silo. Les dije que no. Se fueron. Quizá me equivoqué, pero no me atreví a obligar a que Poly me recordara.
   Y fín.


ACLARACIÓN

    Si alguien está interesado, aquí les dejo lo escrito para Los Redondos. Les advierto que lo publico sin correcciones, como quedaron en el archivo.  El de Juguetes perdidos es tan violento que me hace reír de mí mismo; pero tiene una explicación: cuando esto sucedió yo estaba leyendo mucho material sobre la Guerra Civil Española, los anarquistas expropiadores en Argentina y, en general, sobre cambios sociales a través de la violencia para un cuento que nunca terminé. En ese cuento una organización libertaria adoctrinaba jóvenes para afiliarlos a partidos políticos tradicionales con la idea de que en un futuro los conducirían o los harían desaparecer. Ese es el nacimiento de este guión.  El de Rock para el negro Atila está basado en dos mitos, uno de los babilonios y otro de los pigmeos. Es obvio que el guión no está terminado, pero creo que en lo escrito se logra comprender cómo hubiera sido el producto final. Lo que se identifica como Apuntes para videos de Momo es sólo eso: una suma de ideas, un par de personajes, dos o tres lugares, algunas preguntas y luego el abandono.

JUGUETES PERDIDOS: IDEA, DESARROLLO Y GUIÓN
  Un chico, en la segunda mitad de la década del ´70, ve como un grupo de tareas secuestra a su padre.
    Crece preparando su venganza contra el sistema: lee los libros de teoría libertaria que hay en la biblioteca, estudia Derecho, se afilia a un partido político (Radical o Justicialista) y comienza a trabajar en algún comité hasta llegar a un despacho de La Casa Rosada. Un día entra allí cargando en el portafolio un par de kilos de explosivo plástico.

  
   El desarrollo del guión gira alrededor de la imagen de un pie aplastando un juguete. La idea es que se mezclen diferentes épocas de la vida del protagonista, en un caos de imágenes que recién hacia el final vayan tomando sentido.
    Paredes pintadas con frases de otras canciones que hagan alusión al corazón de “Juguetes Perdidos”: “Sin un estandarte de mi parte, te prefiero igual, Internacional”, “Mi amor, la libertad es fiebre”, etc.
    Un automóvil con un grupo de secuestradores. La que conduce es la representación de la muerte, esa bella señora desencarnada.
    Tres hombres entrando en la casa del protagonista, secuestrando a su padre tan veloces como borrones. Al salir, uno de los secuestradores pisa uno de los juguetes del chico.
Los monólogos de la canción (“Yo sé que no puedo darte...”, “Vas a robarle el gorro...”) son dichos por su padre al protagonista de la historia, o recordados por éste frente al retrato de aquel.
    Imágenes: ¿En vivo (el chico cruzando varias veces el escenario con una bandera anarquista, el público “pintado” de rojo y negro, banderas rojas y negras entre la gente)?; fotografías de teóricos anarquistas, portadas de libros libertarios, portadas de libros prohibidos durante el Proceso de Reorganización Nacional, Cordobazo, Videla, Massera, ESMA, etc., traspaso de la dictadura militar a la dictadura empresarial, saqueos a supermercados, carapintadas, el diablo (ese con el apellido que se lee al derecho en el papel como en los espejos) en el poder, Cavallo, los Alsogaray, YPF, ENTEL, Aerolíneas Argentinas, los desocupados rosarinos almorzando gatos.
    El protagonista, ya hombre, vestido con un traje Armani, conduciendo un auto descapotable por las calles del centro porteño. Sobre el asiento del acompañante lleva un portafolio y un libro de Bakunin. Plaza de Mayo; Casa Rosada; pasillos de la Casa Rosada; el protagonista cargando el portafolios, saludando a las personas que cruza con familiaridad, entrando en una oficina haciendo “algo (¿guardar el celular, acomodar papeles, activar un dispositivo electrónico?)” en el portafolios y dejándolo allí.
Quizá, el tramo final (desde que el protagonista entra a la Casa Rosada hasta que la abandona), podría hacerse con la canción ya finalizada, sin sonido o con el del ambiente.

*PLACA NEGRA:
“Anarquista es el observador que ve lo que ve y no lo que es costumbre que se vea.
Y razona sobre ello.”
Paul Valery
*INTRODUCCIÓN DE 30”
Exterior. Noche. Tormenta.
1 Pirámide de Mayo.
2 Casa Rosada.
3 Un batallón marchando, pisando juguetes.
4 Un par de botas en la oscuridad de
una casa.
0:30”
*BANDERAS EN TU CORAZÓN
*YO QUIERO VERLAS!
Exterior. Día.
5 El protagonista (hombre), vestido con un traje Armani, en un auto descapotable por las calles del centro porteño.
*ONDEANDO LUZCA EL SOL O NO
6 Asiento del acompañante: un portafolio y un libro de Proudhon o Bakunin.
*BANDERAS ROJAS! BANDERAS NEGRAS!
*DE LIENZO BLANCO EN TU CORAZÓN
Exterior. Noche. Tormenta.
7 Un Peugeot 504 estaciona en una esquina.
8 Tres hombres bajan.
9 La Bella Señora, representando a la muerte, al volante del Peugeot.
10 Uno de los hombres patea la puerta de una casa.
1:10”
*PERFUME AL FILO DEL DOLOR
Exterior. Día.
11 Protagonista (hombre) conduciendo.
*ASI, INVISIBLE
*LICOR VENEREO DEL AMOR
Interior. Casa del protagonista
12 Una biblioteca: libros de anarquistas y sobre anarquismo; libros de historia, de filosofía, de política. Fotografías de teóricos y mártires libertarios. Fotografía del padre del protagonista. Un brazalete rojo, blanco y negro.
*QUE ESTA EN LAS PIELES
*SEDAS DE SEDAS
Interior. Noche. Casa del protagonista.
13 Dos de los hombres arrastran al padre del protagonista. El restante carga un televisor.
*QUE GUARDA NOMBRES EN TU CORAZÓN
Exterior. Día.
14 Protagonista (hombre) conduciendo. Abre el libro.
15 El brazalete señalando una página.
1:48”
*SON PÁJAROS DE LA NOCHE
*QUE OÍMOS CANTAR Y NUNCA VEMOS
*CUANDO EL GRANIZO GOLPEÓ
*LA CAMPANA SONÓ
*DESPERTÓ SUS TRISTEZAS, ATRONANDO SUS NIDOS
Interior. Noche. Casa del protagonista.
16 El granizo golpea la ventana.
17 Protagonista (chico), durmiendo.
18 Se levanta, baja la persiana y se asoma al comedor.
19 Ve a los tres hombres que rompen la puerta del frente.
20 Se esconde.
21 Los hombres entran en la habitación de sus padres.
22 Salen arrastrando a su padre.
23 La madre del protagonista gatea, llorando.
24 Uno de los hombres desenchufa el televisor y lo carga sobre un hombro.
25 Una bota pisa un juguete.
2:15”
*ESPERANDO ALLÍ NOMÁS
*EN EL CAMINO
Exterior. Noche. Tormenta.
26 La Bella Señora al volante del Peugeot.
*LA BELLA SEÑORA ESTÁ DESENCARNADA
*CUANDO LA NOCHE ES MÁS OSCURA
Exterior. Noche. Tormenta.
27 Los hombres meten al padre del protagonista en el baúl y suben al auto.
28 El pie de la Bella Señora acelerando.
29 Fundido con la bota que pisa el juguete.
*SE VIENE EL DÍA EN TÚ CORAZÓN.
Interior. Día. Casa Rosada.
30 Protagonista (hombre), cargando el portafolio, entra a la Casa Rosada.
2:50
*ESTÁS CAMBIANDO MÁS QUE YO
*YIRA! YIRA! YIRA!
*ASUSTA UN POCO VERTE ASÍ
*YIRA! YIRA! YIRA!
*CUANTO MÁS ALTO TREPA EL MONITO
*(ASI ES LA VIDA!) EL CULO MÁS SE LE VE!
31 Imágenes de archivo: Período del ´74 al ´83. Pared pintada 1: “Mi amor, la libertad no es fiebre”. Pared pintada 2: “Sin un estandarte de mi parte”.
3:30”
YO SE QUE NO PUEDO DARTE
ALGO MÁS QUE UN PAR DE PROMESAS...
TICS DE LA REVOLUCIÓN
IMPLACABLE ROCANROL
Y UN PAR DE SIENES ARDIENTES
QUE SON TODO EL TESORO.
32 Imágenes en vivo. Banderas anarquistas.
O repite 12.
O lo dice el padre mientras lo arrastran.
O imágenes de la gente llegando a un recital, con el protagonista (hombre) mezclado entre ellos.
3:56”
*TAN VELOCES SON
Noche. Exterior. Tormenta.
33 Padre del protagonista en el baúl del Peugeot.
*COMO BORRONES (ASÍ, VELOCES)
Interior. Noche. Casa del protagonista.
34 El juguete ya pisado.
*HUNDIENDO EL ACELERADOR
Exterior. Noche. Tormenta.
35 La Bella Señora acelerando.
36 Fundido con la bota que pisa el juguete.
*ATRAGANTADOS POR LOS LICORES
*SOPLANDO BRASAS EN TU CORAZON.
Día. Interior. Casa Rosada.
37 El protagonista (hombre) entra a su oficina (retrato enmarcado del padre), deja el portafolio sobre un escritorio y sale.
38 Portafolio sobre el escritorio.
4:36”
*VAS A ROBARLE EL GORRO AL DIABLO, ASÍ
*ADORÁNDOLO COMO QUIERE EL, ENGAÑANDOLO
*SIN TUS BANDERAS
*SEDAS DE SEDAS
*QUE GUARDAN NOMBRES EN TU CORAZÓN
39 Imágenes de archivo: Período del ´83 al ´01.
Pared pintada 3: “Violencia es mentir”. Pared pintada 4: “Te prefiero igual, Internacional”.
*ESTE ASUNTO ESTA AHORA Y PARA SIEMPRE EN TUS MANOS, NENE
*POR PRIMERA VEZ VAS A ROBAR ALGO MAS QUE PUTA GUITA
40 Igual que 32.
5:32”
*CUANDO LA NOCHE ES MÁS OSCURA
*SE VIENE EL DÍA EN TU CORAZÓN
Exterior. Día.
41 El protagonista (hombre) se aleja de la Casa Rosada en el descapotable.
*SIN ESE DIABLO QUE MEA EN TODAS PARTES
*Y EN NINGÚN LADO HACE ESPUMA.
42 Imágenes en vivo.
O plano del rostro del protagonista sonriendo.
5:50”
*EPÍLOGO DE 30”
Interior. Día. Casa Rosada.
43 El protagonista (hombre), en su oficina, haciendo “algo (¿guarda o saca el celular, acomoda papeles, activa un dispositivo electrónico?)” en el portafolio.
6:20”
*FÍN
Exterior. Noche clara.
44 Pirámide de Mayo pintada de rojo, blanco y negro.
45 Casa Rosada a oscuras, su silueta en la noche, mínimo fulgor de incendio apagándose.

ROCK PARA EL NEGRO ATILA: APUNTES Y BOSQUEJO

   Una imagen, posible idea central: Un dios-hombre, fastuosamente vestido, parado sobre una elevación del terreno, rodeado, un escalón más abajo, de policías y militares que vigilan a millones de trabajadores. Estos realizan su faena agachados, la espalda al sol, los ojos en la tierra, fijos. Todos con los ojos en la tierra, menos uno. Ese mira sin miedo ni respeto al hombre parado en la elevación: no se cree inferior, no le teme.      
   En el ceremonial del Año Nuevo babilónico (Akitu), se reactualizaba el combate entre el dios Marduk y el monstruo marino Tiamat, combate que se había desarrollado en el principio de los tiempos y que había puesto fin al caos tras la victoria del dios.
    Al concluir el combate, Marduk creó el cosmos con los pedazos del cuerpo de Tiamat, y al hombre con la sangre de Kingu, demonio al cual Tiamat había confiado las Tablas del Destino.
    Video trabajado con dos historias paralelas: una remota, desértica y diurna; la otra actual, urbana y nocturna.
    La remota se basa en la imagen de la pirámide y en parte del ritual babilónico. El jefe de la custodia nota la mirada del esclavo y lo hace encerrar en uno de los calabozos del templo. El esclavo escapa, se cuela en los aposentos divinos y roba las Tablas del Destino. Se pierde en el desierto.
    Cuando el dios-hombre nota la falta llama al jefe de la custodia, quien enseguida sospecha del esclavo que habían encerrado. Aviso de fuga. Rastrillaje. Encuentro fortuito entre el jefe de la custodia y el esclavo. Lucha al borde de un precipicio. Forcejeo por las Tablas. Caída libre de ambos. Fuego (lecho de lava, quizá) en el cual se funden junto a las Tablas del Destino.
    Paralelamente, se desarrolla la historia actual, protagonizada por un policía que pasa revista a sus armas y sale a recorrer la ciudad en un patrullero nuevo.
    Entretanto, un ladrón solitario camina buscando su oportunidad. La encuentra en una calle oscura, en forma de árbol que enreda sus ramas en la baranda de un balcón. Comienza a trepar. Entra a la casa. Sale. De repente, la luz azul del patrullero ilumina la esquina. Enfrente, en un paredón blanco, la sombra del ladrón en el árbol.
    El policía baja del patrullero. El ladrón se queda inmóvil. Una ráfaga de viento arrastra la basura por la calle. Un poco de ceniza entra en los ojos del policía y hace estornudar al ladrón.    
   El policía sonríe. Extrañamente, el ladrón también; salta y corre. El policía vuelve al patrullero; enciende las luces; acelera.
    Posible frase de Fernando Pessoa para placa negra: “Todos los días suceden en el mundo cosas que no son explicables por las leyes que conocemos de las cosas. Todos los días, comentadas al pasar, se dejan a un lado y el mismo misterio que las trajo se las lleva, convirtiéndose el secreto en olvido. Tal es la ley de lo que tiene que olvidarse porque no puede ser explicado.”
    En la historia actual se pondrá de manifiesto las diferentes “pirámides” sociales (mesa bien servida; televisor en vidriera de Frávega; chicos de la calle mirando desde la vidriera. Publicidad de Pronto, Gancia o Dr. Lemon en la Panamericana; enfrente, tirados en el pasto, un grupo de adolescentes se pasa una cerveza o una caja de vino; etc.)”.
    La pirámide podría aparecer como una pintura rocambolesca en la casa a la que entra el ladrón. En un detalle de la pintura se vería al esclavo mirando al dios-hombre, que es el mismo que huye.
    Creo que los pigmeos creían que un tronco de árbol era el centro del mundo. Lo consideraban como una puerta cósmica por la que se accedía al infierno, al centro de la tierra y al cielo. ¿Podría ser éste el árbol por el que trepa el ladrón?
 

Policía con sus ornamentos.
Policía en patrullero.
Ladrón caminando.
Jefe de custodia arrastrando al esclavo por unas catacumbas.
Esclavo en el calabozo.
Policía, en el patrullero, mirando a la derecha: ¿Frávega?
Ladrón frente al árbol, trepando.
Dios-hombre y su comitiva en sus aposentos.
Falta de las Tablas del Destino.
Jefe de custodia corriendo al calabozo.
Calabozo vacío.
Ladrón en la casa, juntando cosas.
Policía, en el patrullero, mirando a la izquierda: ¿Gancia?
Esclavo en el desierto, huyendo.
Tablas del Destino en la alforja del esclavo.
Escuadrón sale en su persecución.
Ladrón estudiando la pintura.
Primer plano de la pintura: el esclavo que huye es el que desafía al dios-hombre.
Con una navaja, el ladrón corta la pintura, la enrolla y la guarda debajo de su gabán.
Escuadrón.
Esclavo.
Jefe de custodia apostado al borde de un acantilado, intuyendo que por allí pasará el esclavo.
Encuentro.
Esclavo apretando las Tablas.
Jefe de custodia sonriendo.
Ladrón saliendo de la casa, subiéndose al árbol.
En la esquina, la luz azul del patrullero.
Lucha entre el jefe de custodia y el esclavo.
Caída de ambos por el precipicio, tironeando las Tablas.
Lecho de lava.
Desde el patrullero, el policía cree ver en una pared la sombra de alguien descendiendo por un árbol.
Baja del patrullero.
Una ráfaga de viento levanta hojas de diarios y bolsas de supermercados.
Unas motas de ceniza entran en los ojos del policía.
Mínimo cruce de tiempos: las cenizas son las del volcán.
Otras golpean en la cara del ladrón, quien las aspira y estornuda.
El policía, los ojos llorosos, escucha el estornudo y sonríe.
Sube al patrullero.
Acelera.
El ladrón salta del árbol y corre.
Extrañamente, el ladrón también sonríe.
O sea: la cacería aún continúa.  

 MOMO: APUNTES PARA VIDEOS
    La idea es encadenar una serie de videos independientes dentro de un argumento armado con escenas intermedias (utilizadas como separadores entre canción y canción) que ayuden a definir un espacio común y a descubrir -o apenas entrever- una doctrina que pese en cada una de las decisiones o acciones de los personajes. 
   A su vez, habría que lograr que cada video tuviera una identidad unitaria definida, para que pudiesen ser utilizados en forma individual. 

Una frase de Edmond Jabés: “El infierno no es el lugar del dolor. Es el lugar del sufrimiento”. 

Escenarios: Dos lugares. Una ciudad (¿Buenos Aires?, ¿Cyberbabel -un lugar virtual, donde, debido a su virtualidad, todo está permitido, porque nada es real-?) y un purgatorio semejante a uno de esos pueblos cercanos (¿Finisterre?) a los complejos mineros o acantonamientos militares, con tres bares, dos hoteles, algunos callejones y un cabaret. 

Pregunta: ¿Cómo se viviría en una civilización que cree en la muerte de Dios a manos del Diablo y en la destrucción del Paraíso (fin del dualismo), lo que deja un único camino abierto, el del sufrimiento, pero también la despreocupación por la pulcritud del alma? 
Separar las historias que podrían transcurrir en la ciudad (Zippo, la piba con la remera de Greenpeace, etc.) de las que podrían transcurrir en el purgatorio (las murgas, sheriff, Momo, etc.), y estudiar las que puedan enlazar ambos escenarios (por ejemplo, el Luzbelito de la Fanfarria, o ese demonio vampírico de Rock yugular que recorre la ciudad en plan de cacería, podría ser el mismo que se muestra omnipotente (aunque no parezca serlo tanto) en Luzbelito y las Sirenas. 

Frase anónima: Todos somos el diablo de otro. 

Geografía del Purgatorio 1: No sé por qué, pero cada vez que intento imaginar sus edificios y calles, asocio las pinturas y dibujos que muestran la isla de La Tortuga mezcladas con una edificación que aparece en una película en la que actúa Tarantino, donde un lupanar diabólico erigido en el desierto mexicano es, en realidad, un templo Azteca. Si creo que el Templo de Momo debería ser el edificio más importante del Purgatorio, y el único excesivamente iluminado. Quizá podría ser la puerta al Infierno, el lugar del último baile, del cumplimiento del último deseo, del último brindis antes de la despedida. 

Frase anónima: No es lo mismo escaparse del infierno que ser enviado desde allí. 

Sello de Saturno: El más antiguo de los cuadrados mágicos. Consta de los nueve primeros números, acomodados en casillas de manera que en forma vertical u horizontal, hacia la derecha o hacia la izquierda, sume 15, número que al aplicarle la clave cabalística (1+5) da 6. Por lo tanto, 4 9 2 3 5 7 8 1 6, en cualquier dirección, es 666. 

Ambiente gótico (cada imagen, cada línea, cada construcción, simbolizando algo sometidas a una Idea).
Curiosa coincidencia: para los cabalísticos, gótico es una deformación ortográfica de argótico, proveniente del vocablo argot, cuya definición es “una lengua particular de todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser comprendidos por los que les rodean”. Los que utilizan este lenguaje son llamados argotiers, y considerados descendientes de los argonautas. El argot es una de las formas derivadas de la Lengua de los Pájaros, que, según la Tradición, se hablaba antes de la construcción (y destrucción) de la torre de Babel y la posterior mezcla de lenguas”. 

¿Usar el sello de Saturno como un juego de apuestas, mitad Sapo y mitad Ta Te Ti? 
Geografía del purgatorio 2: Una calle peatonal, oscura y sucia, flanqueada por bares, hoteles y cabarets, un techo que agobie, el Templo de Momo brillando en uno de los extremos y, en el otro, un mar de fuego (infierno) en el que lentamente se internan las murgas. 

Frase de Baudelaire: Lo cómico es lo diabólico.

Medallón de Momo: ¿Contraseña de los escapados del Infierno y refugiados en la Ciudad? ¿Identificación de los enviados desde el Infierno a la Ciudad? ¿Salvoconducto para vivir eternamente en el Purgatorio? ¿Marca de los condenados al Infierno? 
Geografía del Purgatorio 3: Ciudad dentro de la Ciudad, un barrio del Bajo, la Catedral en la Edad Media.

Notas sobre el carnaval: 
El origen del carnaval es desconocido. Los griegos ya lo celebraban en el año 1100 a.C. También se lo relaciona con la adoración de Isis (egipcios) y con algunas festividades romanas, como las Saturnales. 
Los carnavales antiguos se destacaban por sus danzas alegres, sus máscaras y, sobre todo, su notable libertinaje. En la Edad Media el libertinaje fue reemplazado por la búsqueda de sensaciones lúgubres y macabras. 
Durante el siglo XVI, el Renacimiento vio nacer los bailes de disfraces. Los carros alegóricos aparecieron en el siglo XIX. El carnaval es una de las formas más antiguas de la revolución, es la inversión (temporal) del orden existente. Para disfrutarlo se necesita no solo que se parodien las reglas y rituales, sino que estas sean reconocidas y respetadas. En Brasil, al “sambista” que sobresale por su talento y arte se le otorga el título de “Cidadao Samba”. En oposición a él, está el “Rei Momo”, personaje simbólico que se destaca no por ser ágil, sino por su gordura y su dualidad. Es un rey bufón, un amo esclavo, un viejo niño. Las máscaras: su uso se vincula con el cambio de personalidad, con el transvestismo y con la inversión de relaciones. 
En algunas culturas, hay niños enmascarados que median entre los vivos y los muertos. En otras, se supone que el bailarín que porta una máscara es poseído por el espíritu que habita en ella. 
Hay celebraciones funerarias donde bailarines enmascarados buscan guiar el alma del difunto al mundo de los espíritus. 
Se dice que el uso de una máscara mantiene no solo el anonimato, sino también la inocencia ante cualquier pecado. 

Rodeado de monitores y teclados, reflejado su calor en el frío del acero inoxidable, Luzbelito vigila con apatía a los habitantes de la Ciudad. Los mira con cariño, les sonríe cómplice, duda: apoya la flecha del mouse en uno de ellos; una baba del diablo se adhiere sobre el elegido. Ya es suyo. 

Frase del Talmud: “Dios tiene tres llaves: la de la lluvia, la del nacimiento y la de la resurrección de los muertos”. ¿Y si le robaran la tercera? 

Frase de Shakespeare, en Rey Lear: “El príncipe de las tinieblas es un caballero”.

imagenes: taringa.net